AYER ME CAÍ DE LA MOTO

Ayer fue el día del caos vehicular en Guatemala. Tengo mucha suerte para ver o enfrentarme a todo tipo de sucesos. 

Me dirigía hacía mi casa; en una calle de dos carriles, el carril de la derecha terminaba en un giro que desviaba a otro lado y el izquierdo continuaba la carretera de forma recta. Justo antes del cruce un carro se detiene y bocina a una camioneta que estaba bloqueando ambos carriles porque no había elegido el carril correcto. Voltee a ver al conductor, era el único que bocinaba y se veía muy molesto; no quise darle la vía porque no se me hacía justo. Estaba detenido antes del giro del carril derecho y quería cruzarse al otro. No se si el conductor se dio cuenta, pero atrás de el habían muchos carros que estaban esperando a cruzar. Para mi fue muy irónico pues gritaba y hacía sonar la bocina a alguien que hacía exactamente lo mismo que el. 

Continué mi camino pensando en como exigir prudencia cuando no la damos. 

Luego de seguir mi camino; de una camioneta que se encontraba parada en el tráfico bajo una mujer frente a mi moto;  no se encontraba cerca de la banqueta. Hice todo lo posible por frenar pero aún así le dí en el pie. Me asusté creyendo que le iba a pasar encima y luego pensando en que la había lastimado. Ella volteó a verme y mientras yo esperaba un insulto, sonrió demostrando que el error había sido suyo; se había bajado en un lugar inadecuado y sin ver hacía los demás carriles. 

Continué mi camino pensando en que la impaciencia a veces nos pone en riesgo.

El tráfico era horrible y el policía de EMETRA me sugerido buscar vías alternas para avanzar. Después de tomar su consejo me di cuenta que todas las calles estaban exactamente igual a la vía principal. Trafico por todos lados; gritos, insultos, bocinas, vehículos en la vía contraria. Iba en mi carril y un motorista se metió en medio de dos carros y salió enfrente mía. Yo iba pendiente de los carros, pues solo faltaba que unos se subieran sobre otros y el motorista me impacto. El suelo estaba mojado; trate de frenar y caí justo enfrente de el. Por un momento el quedo inmóvil y luego me ayudo a levantarme. Con un gesto de amargura le dí las gracias y me retiré llorando. 

Todo esto me sirvió para darme cuenta; que no se trata de la prudencia, paciencia, actos inesperados y nuestras reacciones. Se trata de nuestras carencias. 
Exigimos siempre algo que no damos o no tenemos. Algunos queremos prudencia y no lo somos; otros amor y no  somos capaces de amarnos a nosotros mismos; cualquiera que sea la circunstancia siempre estamos exigiendo aquello que no somos capaces de brindar. 

Me moleste y lloré...Odie tener que levantarme temprano todos los días y cruzarme la ciudad completa para trabajar; odie andar en moto; odie el tráfico. Me odie a mi misma por reaccionar así y cuando pude ver mis propias carencias me libere y sonreí. Conocí nuevos atajos; contemple  los vecindarios y agradecí al tiempo la oportunidad de avanzar lentamente en el tráfico y poder observar todo aquello que vi. 




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